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mayo 19, 2009

Palomita Blanca (1973)

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Palomita Blanca era el gran proyecto de Raúl Ruiz en 1973. Adaptada de la popular novela homónima de Enrique Lafourcade, la obra generaba tremendas expectativas, no sólo por su temática juvenil, sino por un gran esfuerzo de producción. Para dar con los roles protagónicos se realizó un casting multitudinario, que el mismo Ruiz aprovechó de filmar, resultando el documental Palomilla Brava. La banda sonora fue especialmente encargada al grupo Los Jaivas. La fotografía estuvo a cargo de Silvio Caiozzi. La cinta fue filmada a mediados de 1973 y a comienzos de septiembre de ese año ya se anunciaba su estreno para octubre. Sin embargo vino el Golpe de Estado de 1973 el día 11. El material quedó en las bodegas de Chile Films, pues las nuevas autoridades consideraron impropio exhibirlo. En octubre, Raúl Ruiz no estrenaba la obra sino que partía al exilio. De esta manera, Palomita Blanca quedó abandonada durante 19 años hasta 1992, fecha de su estreno oficial. La obra cumplió las expectativas, ya no de los jóvenes de 1973 que querían verse reflejados en la pantalla, sino de un público nuevo, curioso, que tenía como motivación ver un verdadero documento histórico.

Raúl Ruiz, 1973
Identificador MC0029353
Título Raúl Ruiz durante el rodaje de Palomita Blanca, 1973
Descripción p. 42
En Raúl Ruiz / [selección de José García Vázquez y Fernando Calvo]. Alcalá de Henares : Filmoteca Nacional, impresión de 1983. 195 p.
Colección Biblioteca Nacional

Casting para Palomita Blanca, 1973

Identificador MC0029354
Título Casting para Palomita Blanca, 1973
Descripción p. 183
En Filmografía del cine chileno : 1910-1997 / [investigación, Ernesto Muñoz, Darío Burotto ; filomografías y fichas técnicas elaboradas a partir del trabajo previo realizado por Mario Godoy ... [et al.] ; fotografía, Alvaro Mardones]. [Santiago] : Eds. Museo de Arte Contemporáneo, 1998 [Santiago] : La Nación) 215 p.
Colección Biblioteca Nacional

Fuente: Memoria Chilena (www.memoriachilena.cl)

Argumento

La trama del filme es simple: una muchacha escolar de origen humilde (Beatriz Lapido) se enamora de un joven de alta extracción social (Rodrigo Ureta). Corre el año '70, el movimiento hippie ebulle en un sector relativamente acomodado de la sociedad, mientras que los grupos de izquierda y derecha se pelean a muerte antes de las elecciones que llevaron a Salvador Allende a la Presidencia. Las taras de clases, las recriminciones mutuas y los prejuicios saldrán a flote en esta historia de amor a la chilena.
El asalto en la micro

El grupo Los Jaivas fue el pilar musical de Palomita Blanca. "Desde siempre supe que la banda sonora debía ser de Los Jaivas. Era un grupo bastante popular y se relacionarían de una forma más abierta con la película. De esta manera, los textos que compusieron tenían que ver específicamente con las escenas, eran un correlato de la acción. Además, ellos cultivaban un tipo especial de música: era un rock raro. Me refiero a que hacían fusión antes de que se inventara la fusión. Mezclaban los instrumentos eléctricos y latinoamericanos ya en el año '70", explica Raúl Ruiz.

Gran parte de la música fue compuesta en los galpones de Chilefilms, donde Los Jaivas trabajaban en una suerte de taller que empezaba a las nueve de la mañana y terminaba a las siete u ocho de la noche. "La pasábamos todos los días ahí, en un rincón frío. Raúl llegaba de la sala de montaje y nos 'hacía el pedido'. Decía que una escena determinada necesitaba un bolero o un huaino y nosotros lo componíamos. Después se lo mostrábamos y nos hacía alguna sugerencia. Luego, por ejemplo, nos explicaba que en la película los protagonistas veían una teleserie y hacíamos una canción que tuviera que ver con la teleserie", relata Mario Mutis, bajista de Los Jaivas.
Fue en una sola oportunidad que los integrantes se acercaron al rodaje del filme, cuando le pidieron expresamente al director que los dejara ver una filmación a corazón abierto. "Raúl Ruiz nos citó a las 10 de la mañana en un cité de la calle Chiloé, en el barrio Matta. Llegamos allá y no había nadie. Como estábamos medio aburridos, empezamos a tocar un bolero para entretenernos. Así pasó toda la mañana y gran parte de la tarde. Ruiz no llegaba nunca. Recién apareció como a las seis de la tarde y nos contó la siguiente chiva: dijo que venía en la micro, que habían asaltado a una señora y que se los habían llevado a todos presos. Que recién los acababan de soltar. Por supuesto que yo no le creí, pero sí me cagué de la risa", recuerda Mutis.
Después de Palomita Blanca, Raúl Ruiz jamás volvió a rodar un filme en Chile. Fue su último paso antes de despegar en el circuito europeo, infinitamente más exigente, glamoroso y exquisito. Aquí asentó las bases de un tipo de películas de culto, vistas por un grupo privilegiado de público y bendecidas por la crítica más exigente. Sin embargo, en ese gran puñado de filmes, desde la lúdica Las Tres Coronas del Marinero (1982) a la suntuosa El Tiempo Recobrado, o de la Comedia de la Inocencia (2000) a Las Almas Fuertes (2001), late aquel desparpajo y lucidez que acompañaba los diálogos aparentemente pueriles de los amantes, el absurdo criollismo de la familia chilena o el monólogo interminable e hilarante del profesor de secundaria, todos personajes inmortales de Palomita Blanca.
(extracto de Reportajes La tercera, publicado el 27-07-2003)

ver Palomita Blanca 1973, escena de la Pelicula

TOP 10 de las Peliculas Chilenas

Con Una mirada al pasado nuestro critico elabora en ranking con lo mejor del septimo arte criollo. Dos de Raúl Ruiz fueron destacados y clásicos como “El chacal de Nahueltoro”.

1. “PALOMITA BLANCA” (1973), de Raúl Ruiz. La trivialidad de la Unidad Popular: un profesor habla solo y el horror del sistema educativo; el duro corazón del momio, la liviandad de la izquierda y la legión de huachos; la violencia verbal, la vida como teleserie y los sueños de medio pelo. Indescifrable para el mundo, pero una piedra rosseta para el jeroglífico chileno. seguir...

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2. “LARGO VIAJE” (1967), de Patricio Kaulen. Un niño pobre, que vive a cuadras de La Moneda, es testigo de una tragedia: su hermano muere al nacer, queda como “angelito” y su velorio de cueca, pena y trago es una de las secuencias cumbres del cine nacional. El niño le da a su hermano lo que necesita: un par de alas blancas. Una película que sube al cielo. seguir...

3. “IMAGEN LATENTE” (1987), de Pablo Perelman. Un fotógrafo, en el país de los años 80, busca a su hermano detenido desaparecido, se interna en un laberinto de resistencia y confesiones, y conoce a personas divididas por una grieta moral: unas fueron al matadero y otras siguen de dirigentes. Las actuaciones de Ignacio Agüero y Gloria Münchmeyer son excepcionales.

4. “VALPARAÍSO, MI AMOR” (1969), de Aldo Francia. En las alturas del puerto, en un lugar fronterizo entre los bosques de eucaliptos y la ciudad, un hombre sin trabajo se convierte en cuatrero y cae a la cárcel. Es su historia, la de su pareja y la de cuatro hijos abandonados. Es también un cine pedagógico y el mejor ejemplo del neorrealismo chileno. seguir...

5. “EL CHACAL DE NAHUELTORO” (1969), de Miguel Littin. Vida y muerte de José del Carmen Valenzuela Torres, una historia basada en hechos reales y relatada en cinco actos. Un calvario de sangre y muerte. Un mundo donde la pobreza y la ignorancia no tienen límites. seguir...

6. “JULIO COMIENZA EN JULIO” (1979), de Silvio Caiozzi. Chile rural a comienzos del siglo XIX, un terrateniente poderoso y sus amistades, y un pueblo llano de peones, sirvientas y prostitutas. Una cinta metódica, puntillosa y obsesiva en los detalles, donde todo amanece: sexo, verdad, rebelión y nuevos tiempos. seguir...

7. “TRES TRISTES TIGRES” (1968), de Raúl Ruiz. Los protagonistas se mueven entre la rutina y los grandes planes, que generalmente aterrizan en un bar y en el ocio, pasando el rato y perdiendo el tiempo. Chilenos violentos y precarios, buenos para nada, ánimas de una ciudad gris: gente que naufragó y aún no lo sabe. seguir...

8. “SEXO CON AMOR” (2003), de Boris Quercia. La mejor de las comedias chilenas: imperfecta, desenfadada y delirante. El sexo es el motor catalítico que mueve a los personajes; sin embargo, la historia también implica conocer su condición de chilenos infieles, hipócritas y mentirosos: una corte de miserables.

9. “MACHUCA” (2004), de Andrés Wood. El año 1973 y sus desgarros son un mural intenso que está recreado con esmero y precisión, pero se mantiene distante del corazón de la película: la peripecia de Infante y Machuca, dos niños de once años, envueltos y separados por el humo y el eco del año más difícil.

10. “LA BATALLA DE CHILE” (1975-1976-1979), de Patricio Guzmán. Esta trilogía, que debió ser díptico, se mantiene como un documental irrepetible que registra no tanto la explosión, sino el avance de la mecha hacia un barril de odio y pólvora. Aún hoy, ésta sigue descubriendo lo mismo: una sociedad de dioses pequeños y monstruos enormes. seguir...

Fuente: Revista Wikén