julio 08, 2009

Hamlet (1948)


Hamlet es una película británica dirigida por Laurence Olivier adaptando la obra homónima de William Shakespeare. En la entrega de los oscar del mismo año logro 4 estatuillas a : Mejor película, Mejor actor (Laurence Olivier), Mejor dirección Artística (Blanco y Negro: Roger K. Furse - Carmen Dillon) Mejor diseño de vestuario (Blanco y Negro) Roger K. Furse.

Argumento

El padre de Hamlet, rey de Dinamarca, ha sido asesinado secretamente por su tío Claudius, que ha asumido el trono. Pero Hamlet sabe del asesinato porque el fantasma de su padre se le ha aparecido y se lo ha confesado. Hamlet, clamando venganza, encuentra a una banda de actores errantes y los contrata para interpretar una obra en la corte real, mostrando a un rey siendo asesinado por su hermano, en circunstancias idénticas a las Claudius asesinó al padre de Hamlet... esperando así poder confirmar la culpa de Claudius viendo su reacción.

Hamlet y el lenguaje cinematográfico


Desde el principio, la película trata de introducirnos en el texto teatral pero utilizando técnicas específicamente cinematográficas.

En primer lugar, nos encontramos con un uso frecuente de la grúa, o bien para acompañar a los personajes o bien para recorrer las estancias vacías y tenebrosas del Castillo de Elsinore. La cámara se mueve constantemente, con gran agilidad. Así, al principio de la película, cuando Marcelo, uno de los guardias, dice la famosa frase “Algo huele a podrido en Dinamarca”, un movimiento de grúa acompañado por su mirada nos guía a través de las murallas del castillo, bajando las sinuosas escaleras, pasando a través de sus muros de piedra, hasta llegar a la silla vacía del trono. Ahí se detiene unos segundos y sigue recorriendo la fortaleza hasta quedarse frente al lecho de la reina Gertrudis (¿Un adelanto de lo que se nos hablará?) y justo en ese momento encadena con un primer plano del nuevo rey, Claudio -magnífico Basil Sydney- , bebiendo y riendo sonriente.

Este recurso de mover la cámara a través de las habitaciones vacías de castillo es utilizado frecuentemente. Muchas veces, la cámara se aleja de los personajes para recorrer el recinto, subiendo las escaleras de caracol hacia la muralla, saliendo hacia el exterior lleno de niebla. Otras, los sigue moviéndose a través del espacio, como en una coreografía, haciendo que los actores compongan los planos con sus movimientos. De hecho, serán utilizados los primeros términos de unos personajes sobre otros o través de elementos significativos, como la copa envenenada en la secuencia del duelo final, que constantemente mira Gertrudis -aquí Elieen Herlie, de nuevo, nos demuestra su gran talento como actriz- , consiente de su contenido.

Destaco la escena de la representación de “La muerte de Gonzago”, en la que vemos a los cómicos a través de travellings semicirculares que van descubriendo en primer término a los personajes principales, viendo sus reacciones a medida que avanza la pantomima.

Otro uso brillante de la grúa es cuando ésta adopta el punto de vista del fantasma del padre de Hamlet. En la secuencia con su madre en la habitación, nuestro héroe ve de nuevo al espectro y éste se mueve a través de la estancia adoptando un punto de vista alto, dejando a Hamlet y Gertrudis en un plano general picado, haciendo que el príncipe hable a cámara, para hacernos más patente la presencia del espíritu. “¡Miradle donde va, aún por el pórtico!!!”.El fantasma se aleja y la cámara deja a Olivier en el suelo, metiéndose entre los muros de piedra. Ésta se convierte en un personaje más de la obra.

La película se mete en la mente de los personajes

Los monólogos internos de los personajes, que en la obra teatral suelen ser largos soliloquios, se transforman en voces en off, que recrean sus pensamientos y así, tal y como sucede a veces en la vida real, vemos como un personaje está pensando algo y de pronto comienza a expresarlo en voz alta, de manera inconsciente, haciendo salir afuera ese pensamiento, como si se le escapara. De esto es un buen ejemplo el momento en que Hamlet, al principio de la historia, se queda sólo. Gertrudis, su madre y su reciente marido, su tío Claudio, se retiran. En un primer plano, Olivier observa como salen y permanece pensativo mientras comienzan a oírse en off sus pensamientos, su pesar por la muerte de su padre, pero sobretodo, su malestar porque su madre no haya esperado ni dos meses para casarse con su tío. Se levanta de su asiento en un impulso “¡Oh, Dios!, ¡Dios!” y la cámara le sigue por la habitación mientras fluyen sus ideas hasta que se sienta de nuevo, teniéndole, como al principio, en un primer plano. De vez en cuando, alguno de estos pensamientos se le escapa y lo escuchamos decir en voz alta: “¡Antes de un mes!” “ Fragilidad, tu nombre es de mujer!”. Estas frases sueltas son como impulsos.

El famoso monólogo “ser o no ser” está resuelto de la misma manera; Hamlet sobre un acantilado mirando como las olas rompen sobre las rocas. Y sobre este plano del mar revuelto, comienza su monólogo. Poco a poco se va encadenando con un primerísimo primer plano del actor, del que solo vemos sus ojos y de nuevo el mismo proceso: asomado en el acantilado, a Hamlet se le escapan sus ideas. A veces las oímos en off, y otras vemos como las recita en voz alta.

Es interesante el juego que se hace con el tiempo mezclando los flashbacks con las voces en off. Esto es utilizado de manera muy hermosa en secuencias relacionadas con el personaje de Ofelia, a la que Jean Simmons dota de una especial belleza y fragilidad. Así, por ejemplo, la primera aparición de Hamlet tras haber hablado con el espíritu de su padre y enterarse del crimen de su tío Claudio, es mediante un flashback. Ofelia cose en su habitación y la cámara se acerca en travelling hasta un primer plano. Entonces empezamos a escuchar su voz en off recordando, como si se lo contara a sí misma. La imagen se oscurece y mediante un encadenado vemos aparecer en la habitación la figura de un Hamlet con ropas descuidadas y mirada de loco. La voz de Ofelia ilustra la escena y cuando ésta termina, la imagen vuelve a oscurecerse y de nuevo, mediante un encadenado, regresamos al primer plano de ella. Es entonces cuando la cámara vuelve alejarse con un travelling. Mediante este recurso, un parlamento dicho por Ofelia en la obra a otro personaje, es utilizado para meterse en su mente, en sus recuerdos.

Su muerte, que en la obra es relatada por la reina Gertrudis a Laertes, su hermano, aquí se nos aparece de manera totalmente distinta. Es ésta una de las secuencias más hermosas de la película, con un aire de cuento, casi mágico, al que ayuda bastante la música de William Walton. Tras ver en la escena anterior a Ofelia totalmente perturbada, nos encontramos con las imágenes de un lago en un bosque cuya atmósfera es de lugar encantado, además de ser uno de las pocas secuencias que hay en el exterior del castillo. La voz en off de Gertrudis nos ilustra las imágenes, como si de un relato se tratara y así, vemos aparecer a Ofelia flotando en el agua y rodeada de flores mientras se la lleva la corriente. La estampa recuerda muchísimo al cuadro prerrafaelista de Millais, “Ofelia”. La voz de Jean Simmons cantando una tonadilla y riendo inconsciente de su destino, contribuye a sentirnos como en un cuento. En ningún momento veremos a Gertrudis contando esta historia, sino que de estas imágenes se pasa directamente al cementerio y la secuencia del entierro de la joven.

A todos estos elementos debo añadir la naturalidad de los intérpretes que hacen que el texto shakespeariano sea mucho más cercano. El Claudio de Basil Sydney es fantástico, sin caer en el arquetipo del “malo maloso”; la reina de Eileen Herlie está llena de sensualidad y sabiduría; Jean Simmons le da a su Ofelia una fragilidad y dulzura que se convierten en inquietantes cuando la vemos totalmente loca, y por supuesto Olivier está soberbio como ese Hamlet atormentado, problemático, lleno de dudas… Lo que sí recomiendo es que se vea la película en su versión original, pues el doblaje al castellano consigue todo lo contrario, haciendo que el texto suene engolado y rancio. Como curiosidad destacar la aparición en papeles muy secundarios de Peter Cushing y Christopher Lee, que años más tarde actuarían juntos en diversas películas de la Hammer.

Este Hamlet de Laurence Olivier es una adaptación muy amena de la obra original, y consigue aportarnos un punto de vista con el que (puede) muchos de los lectores de la obra no estén de acuerdo, pero que considero cuanto menos interesante, y sobre todo, llevada inteligentemente a la pantalla. Se ve claramente como el director trató, de algún modo, “reconciliar la vieja antinomia entre lenguaje teatral y cinematográfico”.

La película fue la primera no americana en ganar el Oscar a mejor película y fue premiada en Venecia con el León de Oro. Pasarían, sin embargo, siete años para que Olivier volviese a llevar a Shakespeare al cine con Ricardo III. Pero como diría Michael Ende, esa es otra historia que ha de contarse en otra ocasión…

Ficha técnica
Dirección Laurence Olivier
Producción Laurence Olivier
Música William Walton
Fotografía Desmond Dickinson
Reparto Laurence Olivier - Basil Sydney - Eileen Herlie - Jean Simmons
País Reino Unido
Año 1948
Género Drama
Duración 155 minutos

Ver Pelicula Hamlet, escena Laurence Olivier (ingles)

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